perdida en tu apellido y en todas los lunes que no quisimos madrugar.
Abro los ojos
y te veo desde abajo
preparándome para lo que llega.
Cierro los ojos
y te escucho en mi cuello
ahogándome en los mares que creas.
Y me encuentro allí
perdida en todos los sinsabores de las sonrisas que le dedicas a otra
y en la zozobra de unos abrazos que regalas a medias.
Que yo solo me sentía libre
cuando me follabas al ritmo de "eres mía"
y que solo llegábamos a tiempo
cuando era necesario correrse.
Y la dependencia a tus manos no la cubre la seguridad social.
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