Hoy incluyo un propósito nuevo a mi lista de deseos del 2013: Esta será la última entrada con nombre y apellidos que publico, la última de verdad, una pena que sea tan triste, una pena pero debía de ser hoy y debía de ser así, hoy el Oscar te lo llevas tú por cada 'Te quiero'.
Hoy no llueve y mucho menos nieva, hoy ha salido el sol después de muchos días de lluvia y con esto me pregunto yo por qué tengo esa manía tan graciosa de verlo todo como absurdas señales.
Pero la verdad es que también creo que no hubiese sido tan difícil permanecer en silencio hoy como todo este tiempo, no creo que hubiese sido tan difícil elegir cualquier día del calendario que no fuera este. Podías haber dejado tus manos quietas hoy y moverlas quizás mañana. Pero no, a veces olvido que por la única razón por la que algunos se mueven es por y para hacer daño, una pena y un drama todo... Qué bien se me daba montarlos, ¿eh?
Me da pena ver en lo que se transforma y oprime ya no el amor, sino el aprecio, cariño o incluso el respeto hacia alguien cuando sientes que te destruye por el simple hecho de existir, cuando sientes que por la misma persona que antes lo hubieses dado todo sólo quieres borrarla de tu cabeza para siempre o preferirías no haberla conocido jamás. Eso sí que es triste. Duele, ¿Verdad? Pues imagínate como inspiro y espiro ahora.
Pero no importa, porque son los gajes de las relaciones interpersonales, es lo que pasa cuando le concedes a otra persona todo el poder necesario para dejarte hecha pedacitos, por todas esas personas que aparecen en tu vida, te la desordenan y se van sin más dejándote a ti todo el caos que ha creado dentro de tu cabeza y ahora ponte a ordenarlo... Menudo coñazo y más si eres como yo y ordenas el cajón de las bragas por colores. Son gajes con los que yo estoy aprendiendo a vivir, haciéndome sentir más viva y vulnerable que nunca.
El mundo no se acaba si alguien decide marcharse y tampoco se acaba si decides marcharte tú, tampoco se acaban los sueños, ni las mentiras, ni los desprecios, ni las caricias, ni los besos, ni la inseguridad ni mi sonrisa. Nada se acaba, el tiempo sigue avanzando y yo sigo aquí sentada en la misma cama mientras las mismas teclas de siempre se tragan poco a poco toda esta agonía que tú no fuiste nunca capaz de remediar.
Los recuerdos no se borran tan fácilmente de nuestra piel, pero yo pagaría ahora mismo todo lo que tengo y todo lo que soy por borrar cada uno de los años que hoy no celebro.
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